Historia de terror femenina: El secuestro del saco negro

Hace tiempo, hace mucho tiempo, conocí a un tipo, buena onda y todo. El punto es que a este amigo (por una extraña razón) le gustaba yo. En ese entonces yo tenía novio, ya saben, la etapa perfecta y feliz de cualquier noviazgo donde solo tienes ojos para tu chico/chica.

Al pasar el tiempo, mi relación terminó. Este tipo se enteró y estuvo insistiendo de nuevo, así que, con despecho, acepté salir con él. Tenía la falsa idea de que quizás podríamos salir y yo dejaría de estar tan triste, pero no funcionó, él de alguna manera quería que pensara como él, al ver esto hablé con el chico, le dije que no, que lo había intentado pero no estaba lista para andar con nadie. Quedamos como amigos y sin problemas. Sin embargo, él insistía, y de plano me hartó, mandaba mensajes a todas horas, me marcaba ebrio, me seguía, se convirtió en una especie de pesadilla, no era ni mi novio y me hacía escenitas de celos o cuestionaba lo que hacía, me sentí perseguida por un buen tiempo. Luego de ignorarlo un año, no hubo señales de él, seguí con mis asuntos y total calma. 

Pero, otro año después, me lo encontré por la facultad, nos saludamos y hasta ahí. A los días me manda un mensaje, dijo que le había dado gusto verme y que festejaría su cumpleaños, que todo el grupo de amigos estaría ahí, que no pensara mal que todo era en buen plan. Pues se veía sincero, así que fui, al Zebras de la 6ta. Como yo solo iba a hacer acto de presencia me despedí, pero cuando lo hacía, me topé con unas amigas, que me invitaron a ir a bailar a un lugar llamado el Blanco y Negro (no vayan, está chafa). El tipo se pegó, fue con nosotras y uno de sus amigos. Mis amigas se dieron cuenta de las cosas y me sacaron del lugar antes de que él se diera cuenta, luego de huir con éxito paramos a comer unos hot-dogs. Una vez a salvo en otro bar con mis amigas, recordé que había dejado mi saco negro en una de las sillas. Ni modo.



En la mañana él me manda un mensaje donde me dice que tenía mi saco, que no me preocupara. Nos pusimos de acuerdo para que me entregara mi preciada prenda de vestir y nada, nunca tenía tiempo, no coincidíamos. Hasta que un día lluvioso, de pronto él si tenía tiempo, yo pese a estar muriendo de gripa, dije, bien, voy, me regresa el blazer y a casita a tomar un té calientito.

Pues no, el tipo me dejó plantada, esperando bajo la lluvia, no contestó mis llamadas nunca, luego de tres horas me mandó un inbox para disculparse ''se le había olvidado''. Llegué empapada a mi casa y más enferma que nunca, aparte de enojada. Le dije hasta de lo que se iba a morir y no le volví a dirigir la palabra. Dos años, dos años pasaron para que una amiga en común lo convenciera de dejarse de niñerías y entregarme mi saco. A ella le contó que sí, todo lo había hecho por venganza, ¿es neta? ¡Cuánta inmadurez!, ¡pero es que nunca lo engañé!, ¿cómo pretendes obligar a alguien a quererte con esa actitud?, ¡no funciona nunca, por favor!

Y al final, el chico le entregó el saco negro a esta amiga y hace un par de días volvió a mis manos. No quiero ni saber que pasó en estos dos años...

No fue nada agradable, al contrario, imaginemos que no fue solo el blazer, ¿de qué sería capaz alguien con despecho? En serio, no comprendo la necedad de la gente por negarse a aceptar que las cosas no van a funcionar, es mejor aceptarlo de la manera más madura posible.

Lo bueno es que me queda de maravilla, ¡ahora recuerdo porque lo extrañaba tanto!, ¡combina con casi toda mi ropa!

Au Revoir!!


Publicar un comentario

0 Comentarios