Pesadilla de una noche de verano- parte 1

No recuerdo cuantas horas habían pasado. Hacía calor y el vaso sudaba, quedaba media caguama de Tecate roja y un par de Lucky Strikes de sabores, a mi no me apeteció fumar, quise evitar el aroma del humo de tabaco impregnado en mi cabello (amo mi cabello).

Ella tenía la vista perdida aún bajo los efectos del cannabis. Vi la hora y ya eran más de las 3:00 am, hice el recuento: primero en la Plaza, ahí tomé algo refrescante y le dí una probada a la pipa, con eso me bastó para que al llegar al bar Rubik's, me pusiera a bailar sola enmedio de la pista al ritmo de You should be dancing, y luego perdí la noción de la realidad con  New Order y su pegajoso Blue Monday. Yo no me quería ir del Rubik's, la música me puso contenta pero como las otras chicas querían bailar algo más ''movidito'', de ahí nos fuimos a la Mija de la Mezcalera donde baile poco, prefería sentarme en el convertible que tienen de utilería y beber otra cerveza. Después, se cansaron las chicas y fuimos al 4 amigos... ¿qué más?, ¿cómo terminé aquí?, me pregunté sin dejar de ver la botella empapada.


Al tiempo que divagaba, mi teléfono reposó en la mesa y mi amiga dirigió la vista hacia un tipo que se sentó a su lado sin pedir permiso ni nada. Era un amigo suyo, ya lo había visto al llegar, platicaba con un caballero de barba abundante y algo entrado en años, ambos en plan amoroso. Sí, el caballero barbón era su cita pero por alguna razón que no alcancé a escuchar, se marchó y lo dejó varado en ese bar maloliente.

En mi opinión, el Chip's es uno de esos bares que trato de evitar, de hecho esa era la primera vez que entraba, y aunque me habían dicho que estaba bien, por desgracia me pareció... no muy cómodo. 

El amigo de mi amiga (cacofonía) comenzó a reír como hiena y yo, medio ebria, le seguí la corriente.

-¡Ay, mira, esas uñas, yo quiero tenerlas así!- dijo al ver mis uñas, tenía un par de días que me había hecho o intentado hacer un manicure casero, se veían bien.

-Gracias...- respondí arrastrando la palabra.

-A ver, tu teléfono, ¿qué horas son?- tomando mi teléfono de la mesa. Me molesté porque cuando estoy bajo el efecto del alcohol estoy más alerta que nunca (eso creo) y me enfoco en cuidar mi teléfono y mi bolsa. 

-Son las 3, dámelo, quiero ver mis mensajes...- estirando la mano para tomar mi teléfono.

-No... no te lo voy a dar.

-Ya, no juegues, necesito ver mis mensajes- con el único ápice de paciencia restante, ya que en la rockola sonaba algo de Soda Stereo, creo que era Danza Rota.

-Estás loca, ¡es mí teléfono!- 

-Ya, dáselo Nicolai- dijo mi amiga- ella no está jugando.

-Yo tampoco, el teléfono es MÍO- recalcó. Esas palabras entraron como veneno por mi torrente sanguíneo, el efecto del alcohol  se mezcló con el cannabis y explotó en ira incontrolable que me llevó a abalanzarme sobre el cretino y tirarle la cerveza en los pantalones en el lapso de escasos 2 segundos.

-¡Suélta mi teléfono!- grité. Él tipo sujetó mi teléfono por el centro y yo trataba de arrebatárselo sujetándolo por los extremos, el forcejeo nos llevó a ir de un lado a otro por el pequeño bar mientras los ebrios veían la escena, bastante risible, confundidos. 

-¡Qué me des mi teléfono, hijo de la chingada pendejo!- grité con léxico y tono dignos de una verdulera de mercado- ¡Es mío!, ¡no tienes derecho a llevártelo, estúpido imbécil!, ¡dámelo, maldito cretino!- pateándolo.

-¡Eres una loca, es mío!

-¡Oye, amigo, déjala en paz y dale su teléfono!- dijo un chico medio ebrio. En un descuido y con todo el asco del mundo decidí que la mejor opción era recurrir al salvajismo y morderle la mano al estúpido, y lo hice. 

-¡Babosa, salvaje!- Se quejó el remedo de hombre.

Pronto, un par de chicos lo tomaron uno en cada brazo, pero el idiota no soltaba mi teléfono, así que lo abofeteé y le propiné un puñetazo en el estómago, así hasta que logré arrebatarle finalmente mi teléfono y sonreí triunfal mientras el mesero y un guardia lo aventaban fuera del bar.

-¡Así se hace, chaparrita!- dijo uno de los idiotas que solo se limitaron a ver la escena. Lo más ridículo es que durante ese par de minutos la canción que sonaba era Dancing Queen de Abba, merezco un premio por las escenas más ridículas en bares.



Por desgracia, entre el alboroto mi cartera desapareció... pero esa, esa es también otra historia.

Au Revoir!!

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2 Comentarios

  1. Parece que el que te quitó el teléfono estaba compinchado con el que te quitó la cartera.
    Saludos.

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  2. Los que scaron del lugar al fresco, tambien se llevaron tu cartera

    Saludos

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